Al igual que los seres humanos, la salud de los peces se resiente si no se les proporciona una alimentación adecuada o unas mínimas condiciones de vida. Así, si se les tiene en un acuario superpoblado, les faltará el oxígeno; si se les alimenta demasiado o no tienen sitio suficiente para nadar, engordarán y morirán de forma prematura. La mayoría de las enfermedades están provocadas por un cuidado deficiente del acuario o una ubicación inadecuada, como una cocina llena de humos que contaminan el agua o un lugar de paso demasiado transitado. Para crecer sanos, los peces deben disponer de un entorno favorable que reproduzca lo mejor posible su hábitat natural. Con él, podrá disfrutar de unos magníficos peces en perfectas condiciones.

CUIDADOS BÁSICOS

La mejor manera de disfrutar de unos peces saludables es llevar a cabo unos mínimos cuidados de forma periódica. No siempre resultan evidentes los síntomas de una enfermedad, pero si vigila con atención el comportamiento de los peces, cualquier alteración del mismo resultará sumamente revelador. No pase nunca por alto la más mínima anormalidad: cualquier comportamiento inusual, como la pérdida del apetito, las aletas plegadas o el frotamiento contra una piedra para aliviar un escozor, suele constituir el primer síntoma de un defecto en el entorno o una enfermedad. Esté siempre preparado para aislar y tratar cualquier ejemplar enfermo lo antes posible, ya que de ese modo evitará que la enfermedad se agrave.

Pero tan necesario como estar atento a los peces es vigilar las condiciones del acuario; un ecosistema pequeño y cerrado es muy vulnerable a cualquier desequilibrio o a la presencia de bacterias nocivas. Asegúrese, pues, de que esté instalado correctamente y lleve a cabo los cuidados de mantenimiento preceptivos: más vale prevenir que curar.

EN GUARDIA ANTE LAS ENFERMEDADES

Para tener un acuario sano no hay nada como estar muy atento a su evolución. Los aficionados neófitos no tienen más remedio que depender al principio de los manuales o los consejos de otros aficionados más experimentados, pero al poco tiempo habrán desarrollado un buen «ojo clínico». Resulta muy práctico llevar un pequeño diario en el que se anoten las características del agua y el comportamiento de los peces para así detectar más fácilmente cualquier alteración. Proceda siempre de forma ordenada: no sólo se evitará problemas, sino que además le será más fácil observar alguna anomalía en los peces y las plantas. Si tiene que realizar los cambios de agua con más frecuencia de la normal, lo más probable es que tenga que sustituir algún elemento del equipo.

Unos compañeros molestos y un agua pobre constituyen dos amenazas para estos peces arlequín.

La mayoría de los problemas tienen su origen en el propio acuarista, como un cambio de agua demasiado tardío, la introducción de alguna especie incompatible o un exceso de comida, todos ellos errores que crean una gran ansiedad en los peces y los hacen más vulnerables a las enfermedades. Los elementos patógenos pueden permanecer aletargados en un acuario aparentemente sano, esperando la oportunidad para cebarse con cualquier ejemplar debilitado como consecuencia de alguna anomalía. El punto blanco, por ejemplo, suele introducido un pez nuevo, pero también hace aparición en ejemplares estresados.

CÓMO TRATAR LAS ENFERMEDADES

En un acuario en buen estado, la mayoría de las enfermedades pueden tratarse sin mayores problemas. No se precipite y, tras identificar el problema, aplique el remedio más adecuado.

A la hora de aplicarlo, siga atentamente las instrucciones del fabricante. El tratamiento no surte efecto de inmediato, sino que tarda días e, incluso, semanas. Así, si al cabo de un día no observa cambio alguno, no caiga en la tentación de aplicar un nuevo tratamiento, ya que al mezclarse con el otro podría convertirse en un cóctel mortal para los peces. Tenga presente también que muchos organismos patógenos sólo se pueden erradicar cuando están en activo, por lo que a lo mejor tendrá que dejar que se cumpla todo el ciclo vital de dichos organismos para que el tratamiento surta efecto.

Algunos peces son bastante sensibles a determinadas sustancias, como por ejemplo las que llevan cobre, por lo que es preciso que lea atentamente las instrucciones por si el medicamento fuera incompatible con algunas especies. Asimismo, los tratamientos pueden dañar las plantas, al igual que la flora bacteriana de los filtros, de ahí que sea mejor trasladar a los ejemplares enfermos a un acuario hospital, una buena opción también en caso de que deba aplicar el medicamento al pez varias veces, como cuando se trata de heridas abiertas. Si el origen de la infección radica en la presencia de organismos patógenos libres en el agua, debe aplicar el tratamiento directamente en el acuario y mientras se complete todo el ciclo vital de dichos organismos; si no lo hace así, permanecerán al acecho de nuevas víctimas. Si utiliza un filtro con carbón, retire éste último, ya que podría anular los efectos del medicamento sobre el agua.

Aunque el acuario esté sano, de vez en cuando se encontrará con algún pez muerto, algo de lo más natural si sospecha que dicho ejemplar ha muerto de viejo.

Por desgracia, en más de una ocasión se verá en la necesidad de sacrificar a un ejemplar enfermo o herido. El método más rápido de hacerla es seccionando la médula espinal, justo detrás de la cabeza, con un cuchillo afilado. Si no se ve con ánimos para hacerla, deje que lo haga el veterinario.

EL ACUARIO HOSPITAL

Es conveniente que tenga siempre un acuario de recambio que haga las veces de hospital. Si, además, desea tener otro para las cuarentenas o la cría, perfecto, pero tenga siempre uno para los casos de emergencia. Si dispone de un filtro de esponja accionado por aire en uno de los acuarios principales, no tendrá problema alguno en instalar dicho acuario, en el que habrá de colocar el polifiltro y agua del acuario principal, madura y rica en flora bacteriana benéfica.

La decoración del acuario hospital debe ser austera para facilitar la limpieza, pero debe tener zonas de refugio.

BOTIQUíN DE EMERGENCIA

Tenga siempre a mano un botiquín de primeros auxilios con lo mínimo pero imprescindible, como un tratamiento para el punto blanco, un bactericida y un fungicida. Los medicamentos tienen una fecha de caducidad, aunque ésta no siempre está explícita en el envoltorio, así que apunte la fecha en que los haya comprado y sustitúyalos al cabo de un año, tanto si se han utilizado como si no. Recuerde, también, que debe tener siempre recambios de equipos tales como filtros y bombas de aire, indispensables para la vida en el acuario.

Cubra la base del tanque con una fina capa de grava o arena, o bien déjela desnuda. Introduzca, además, una planta, un trozo de madera o una simple maceta para que el pez enfermo no se sienta desprotegido; a continuación, traslade a este último. Coloque el acuario hospital en un lugar tranquilo para que no se asusten sus inquilinos; si es preciso, manténgalo a oscuras.

Fuente: animascota.com